Imprinting
Al
nacer el potro, en la comunicación con su madre, aprende que es un
animal de presa y que tendrá que estar atento a situaciones desconocidas
que pueden ser peligrosas para él y estar siempre listo para emprender
la huída. Es un aprendizaje rápido por el cual se fijan los patrones de
conducta propios de la especie.
Por
eso y ya en las primeras horas de nacido hay que acostumbrarlo a
nuestra presencia para que comprenda que no somos peligrosos para él,
que su madre no nos teme y ganarnos su confianza.
Lo
ideal es entrar en contacto con el potro en sus primeras ocho horas de
vida, ya que en ese momento su capacidad de aprendizaje es máxima,
aprende a reconocer a su madre y si nosotros estamos presentes sin
intervenir más de lo necesario, nos verá como seres confiables desde un
comienzo. Tiene que identificar nuestro olor y reconocer nuestra voz.
Nunca debemos intentar separarlo de su madre sino interactuar con ambos y
acercándonos primero a la yegua.
Es
conveniente aprovechar en los días siguientes el momento de hacerle
las curaciones del cordón para extenderse en el contacto con la mano en
todo el cuerpo descosquillándolo siempre suave y brevemente. Debemos
dedicarle tiempo y mucha paciencia e ir avanzando en los logros muy
lentamente pero con firmeza y respetando los tiempos de cada potro ya
que una mala experiencia con el ser humano en los primeros contactos,
marcará al potro de forma negativa y muy difícil de corregir a lo largo de su vida.
Si
bien ésta práctica es muy útil, no es posible llevarla a cabo en los
sistemas de cría a campo, en los cuales uno se entera del nacimiento del
potro, con suerte, unas horas después de ocurrido, y éste se halla
lejos de las instalaciones adecuadas para poder realizar el
“imprinting”.
A
pesar de esto, siempre es conveniente tratar de entrar en contacto con
los animales nuevos cuanto antes y cada vez que sea posible durante los
dos primeros años de vida hasta que llegue el momento de la doma. Así
lograremos dar el paso de predador a líder a una edad muy temprana del
potro, en la que éste es más receptivo y fijará conceptos positivos con
respecto al hombre, y no miedos.
Es
fundamental para lograrlo, la frecuencia del manejo, la familiarización
del potro con la gente y cómo se realiza el procedimiento.
Hay
que tener mucho cuidado en el trato con potros de que no nos pierdan
el respeto. Hay casos de animales que cuando tenían escasa edad y
tamaño fueron tomados como “juguetes” por niños o adultos, y que luego
presentan gran cantidad de mañas adquiridas. La principal causa es la
pérdida de respeto frente al hombre, ya que lo ven como a un ser de su
misma jerarquía probablemente por los recuerdos de haber jugado con él
cuando era muy joven.
Es
aconsejable estimularlos tempranamente haciéndolos pasar por
situaciones que serán comunes en su vida futura: ponerles la cabezada y llevar del diestro desde los primeros días de vida, levantarles manos y patas,
tocarles las orejas y en general todo el cuerpo, abrirles la boca,
cabestrearlos, ponerles una matra en el lomo, subirlos al transporte con
su madre y llevarlos a la manga con ella. De ésta forma se consiguen
caballos confiables y tranquilos.